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La toma de decisión no es algo inherente al ámbito
empresarial, por el contrario, la toma de decisiones
abarca toda nuestra vida. Todo lo que hacemos hoy se
basa en antiguas decisiones que hemos tomado, todo lo
que disfrutamos y lo que sufrimos hoy tienen como
predecesora una elección, premeditada en mayor o menor
grado, pero racionalmente tomada.
Una decisión racionalmente tomada habla de un proceso en
el que se debe reconocer que es el momento de tomar una
decisión, tener un objetivo, una meta, para orientar la
decisión hacia el mismo, desarrollar diferentes
alternativas para el tema específico, contar con la
información necesaria para conocer los diferentes
factores que influirán en el futuro a cada una de las
alternativas, analizar estas alternativas, y por ultimo
elegir alguna de ellas.
Sabemos
que, para tomar una decisión frente a una situación
determinada, debemos estudiar y entender los diferentes
escenarios que se nos presentan. Para conocer estos
escenarios, internos y externos, buscamos información
que nos ayude a crearnos una imagen más clara y precisa
de los tiempos que vivimos y los fenómenos cambiantes
que nos afectan, o nos afectarán. Ya sea por un problema
existente o que se aproxima, o por una atractiva
oportunidad, debemos decidir qué camino tomar para
llegar al triunfo.
Desde la óptica de las organizaciones podemos definir a
la información como un conjunto de conocimientos
susceptibles de ser comunicados y utilizados en la toma
de decisiones, cruciales para vida diaria de la misma.
De esta manera, la información resulta vital para la
empresa, la cual necesita cada vez más de un flujo de
información confiable y adecuada, oportuna, en la
cantidad y calidad necesaria, para todos los niveles que
la conforman. Especialmente para los niveles más altos,
ya que son éstos los responsables de la conducción de la
organización.
Comúnmente se dice que la información es poder, pero eso
no significa que el que tiene la información sepa hacer
bien las cosas. La decisión sobre lo que se hará, no la
toma la información, la toman los seres humanos que
disponen de la información. El problema frente a esto es
que la información nunca puede ser absoluta, ya que es
imposible conocer toda la realidad sobre determinado
tema o situación. Por esto, por más que una organización
pueda almacenar muchísima información, siempre va a
seguir siendo una porción, generalmente pequeña del
total.
La manera de obtener mayor información es accediendo a
diferentes fuentes de información, cruzándolas para
obtener un nivel más especializado de conocimiento sobre
la realidad que queremos entender. Pero tengamos en
cuenta que mucha de la información que obtengamos será
imprecisa, incompleta, errada, o contradictoria. Esto
transforma entonces a la información sin validar en una
peligrosa arma de doble filo, ya que si uno tomara una
decisión en base a X información obtenida de X fuente
podría estar cometiendo un error fatal para su
organización.
Hoy en día obtener información, crearla, o almacenarla
es muy fácil. Con Internet podemos acceder en cuestión
de segundos a páginas web que contienen monografías
digitales, enciclopedias online, blogs en los que se
adjuntan artículos, diarios digitales, webs científicas,
muchos de ellos sin un aval serio de editorial que
permita creer que esa información es confiable. Nosotros
mismos escribimos e intercambiamos muchos documentos al
año, y los reenviamos, los almacenamos, los compartimos
con nuestros colegas, etc. Pensemos esto por cada
persona y organización que hacen lo mismo, entenderemos
entonces que estamos sobreinformados, pero con
información surgida de diferentes fuentes, con
diferentes calidades, con diferentes propósitos, para
diferentes fines.
La información es muy fácil de manipular, para dar a
entender o expresar cosas diferentes a las reales, para
desviar o captar la atención de una temática a otra.
Desde las campañas políticas hasta los descuentos
semanales de los supermercados, pasando por las noticias
diarias que vemos comúnmente en la televisión, el
diario, internet, y demás, utilizan simples recursos
para captar la atención de quien lo lee, usando un poco
de verdad más otro poco de apariencia de verdad, y de
esta manera brindan una información con una idea no tan
fiel a la realidad, pero que sí lo parece. De esta
manera terminamos por tener muchísima información que
desinforma.
La discriminación de información es muy importante,
distinguiendo aquella buena de la que no lo es. El
conocimiento de las fuentes de las que surge la
información que manejamos, será crucial, es por esto que
muchas organizaciones en el mundo han optado por
utilizar la información interna y de su entorno cercano
a través de sistemas de información propios e internos,
es decir, con información autoproducida, supervisada y
real.
Un ejemplo es la herramienta Balanced Scorecard, la cual
permite obtener información de la organización a través
de indicadores previamente establecidos, para mantener
un monitoreo constante de todas las actividades en
ejecución, especialmente aquellas claves para el éxito
de la estrategia. De igual manera permite controlar las
diferentes unidades de negocios en el mismo cuadro de
mando integral, si fuera necesario. Esto ha significado
una solución excelente para los directivos que no
lograban dominar el escenario de la información de su
negocio, aplastados por pilas de informes de dudosa
credibilidad, ya que se les ha posibilitado mantener a
la vista datos corrientes de las 4 perspectivas que
presenta el modelo como aspectos financieros, de
procesos internos, de clientes y de aprendizaje y
desarrollo. Los indicadores permiten conjugar
información más precisa a partir de la interacción de
una variable con otra y de los planes de acción que se
están ejecutando, por esto las empresas confían de
manera cada vez más categórica en el BSC para la gestión
de su estrategia y el control de sus negocios.
Ahora bien, es posible contar con los mejores sistemas
informáticos, las mejores fuentes, las mejores unidades
de almacenamientos, los mejores canales de distribución
interna y la mejor información, pero si no sabemos qué
hacer con ella, estaríamos quizás ante un problema aun
mayor que el de la acumulación de datos sin valor
agregado. La toma de decisión de los directivos y de los
gerentes no es algo simple, o algo que cualquiera podría
hacer al frente de una organización. El tomador de
decisiones debe contar con las cualidades y habilidades
necesarias para optar por la mejor alternativa. Sus
competencias como decididor son cruciales cuando una
organización depende de ellas para su éxito o su
fracaso.
Existen ciertas cualidades que bien desarrolladas harán
de su poseedor un buen tomador de decisiones. Éstas son
la experiencia, el juicio crítico y la creatividad que
el individuo disponga.
Lo primero es la experiencia. Naturalmente pensamos que
la habilidad de un individuo para tomar decisiones crece
con la experiencia. Es por esto que la antigüedad de un
empleado en una organización es mejor paga, ya que se
supone que a mayor experiencia se espera que tome
mejores decisiones, y se equivoque menos. De la misma
manera, cuando hacemos selección de personal, la
experiencia del individuo es un apartado muy importante
a tener en cuenta a la hora de analizar los diferentes
candidatos. Las diferentes vivencias y los aprendizajes,
ya sean aciertos o desaciertos, funcionan como una
suerte de base de datos que cada uno lleva consigo que
alimentará las acciones futuras. Esperando que los
errores pasados se traduzcan en menos errores futuros, y
los éxitos en más éxitos.
Otra de las cualidades es el juicio crítico, que habla
de la capacidad que tiene un individuo de evaluar
información de manera inteligente. Este se compone por
la experiencia, la madurez, el sentido común y la
capacidad de razonamiento de quien toma las decisiones.
Es por esto que se espera que el juicio crítico mejore
con las experiencias y con la madurez mental de la
persona. El buen juicio se hace presente cuando frente a
cierta información, la persona puede distinguir lo
importante de lo que no lo es, estudiarla y determinar
cuánto valor tiene. También al momento de enfrentar
nuevos problemas, fuera del campo de su experiencia, el
buen juicio permite analizar el problema, utilizando
parámetros, el sentido común y criterios para
descomponerlo en partes que permitan un mejor
entendimiento y hacerlo más fácilmente manejable para su
resolución.
Por
último, la creatividad habla de la capacidad de crear,
relacionando elementos ya existentes, o nuevos, de
manera diferente e innovadora que permite obtener nuevas
y mejores maneras de superar un obstáculo. Frente a un
problema la capacidad de entendimiento y análisis de un
tomador de decisiones creativo es más amplio, ya que
puede imaginar los posibles resultados de las múltiples
y nuevas alternativas de resolución que plantea para una
misma situación problemática, pudiendo encontrar el
camino más corto y efectivo.
Entonces, la información no informa si no es suficiente,
oportuna y pertinente para el tema tratado, y si lo
fuera seguiría sin servir si no existen personas que la
utilicen inteligentemente para conducir a su
organización al éxito buscado. Cuanto más confiable sea
la información, cuanto más disponible la tengamos y
cuanto más habilidosos sean nuestros líderes para
utilizarla, mejores decisiones tomaremos en beneficio de
la salud de la organización.
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(*)
Lic.
Patricia D’Aste. Presidente de ProSanitas BSC.
Presidente de la Asociación Argentina de Auditoría y
Gestión Sanitaria-SADAM. Directora del Posgrado en
Dirección Estratégica de RRHH y del Curso de Cuadro
de Mando Integral y docente de las Maestrías y de la
Licenciatura en Administración de la Universidad
ISALUD.
Email:
patriciadaste@yahoo.com.ar
y
www.prosanitas.com.ar
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