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Como ya sabemos, los
empleados son el “activo” más
importante de las empresas. Lo han
sido siempre y lo son más aún hoy en
día, en una era tecnológica en donde
muchas empresas proclaman
públicamente que prefieren la
imaginación y la creatividad por
sobre el conocimiento.
Sin dudas, los beneficios que las
empresas les brindan a esos
empleados no sólo sirven como
incentivo para aceptar una posición
de trabajo, sino también para
impulsar su dedicación de forma tal
que su “entusiasmo” beneficie a
todos.
Si bien los distintos empleadores y
sectores compiten por diferentes
segmentos de talento, todas las
empresas tienen la esperanza de
provocar comportamientos diferentes
que hagan que los candidatos las
prefieran.
Sin dudas son muchas las razones por
las cuales una persona acepta una
propuesta de trabajo. Sin embargo,
las empresas saben que los
beneficios forman parte de la
propuesta explícita de la oferta de
empleo. De hecho, en la última
Encuesta Global de Beneficios
llevada a cabo por Towers Watson,
tres cuartas partes de los
encuestados señalaron que los
beneficios de cobertura médica y los
Planes de Retiro, son una importante
razón para quedarse con su
empleador. Esa misma investigación
muestra un fuerte vínculo entre
salud y seguridad financiera futura
versus menor ausentismo, menor
estrés y mayor productividad.
Así, a lo largo de los últimos 70
años, los beneficios han ido
creciendo como componente de la
remuneración. En los Estados Unidos
en particular, fue a partir de la
Segunda Guerra Mundial en donde
dejaron de incrementarse los
salarios y comenzaron a aumentarse
los otros beneficios. Y en esa
dirección no es poco lo que han
hecho los Sindicatos. Si bien cada
país tiene su propia historia, los
beneficios en general siempre han
estado en el centro de las
negociaciones entre empresas y
gremios.
Ahora bien, tres tendencias han
dominado las últimas décadas: 1) El
aumento del costo de los beneficios
2) El cambio del compromiso por
parte de las empresas de brindar un
beneficio definido para pasar a una
contribución definida (es decir,
antes muchas empresas le decían a
sus Ejecutivos: cuando te retires
vas a cobrar u$s 5.000.- mensuales;
en cambio ahora les dicen: yo pongo
tanta plata por mes para crear un
fondo y cuando te retires podrás
cobrar el rendimiento de ese fondo)
y 3) La globalización de los
beneficios.
EL
AUMENTO DEL COSTO DE LOS BENEFICIOS
En efecto, se estima que el costo de
los beneficios ha crecido entre el
10% y el 20%, básicamente impulsados
por el aumento del costo de la
salud.
Así, en los Estados Unidos la crisis
de los costos de la atención médica
ha ocupado un lugar destacado ya que
han crecido un 35% desde el año 2000
a esta parte. Pero este crecimiento
de costos no se limita a los Estados
Unidos. De hecho el promedio de las
tendencias globales muestra que en
el 2014 el crecimiento del costo de
la salud fue más del doble que el de
la inflación general.
Y en este sentido los analistas
piensan que esto no puede instalarse
indefinidamente ya que, señalan,
conforme a la Ley de Herbert Stein,
que “toda tendencia que no pueda
continuar, no lo hará”. (La ley de
Stein, amigo lector, lleva ese
nombre por el famoso economista
Herbert Stein, quien explicó que “si
algo no puede continuar para siempre
se detendrá”.)
Es decir que las tendencias
insostenibles, en última instancia,
llevan a lo inevitable de una manera
u otra.
EL
CAMBIO DE “BENEFICIO DEFINIDO” A
“CONTRIBUCIÓN DEFINIDA” EN LOS
PLANES DE PENSIÓN…Y EN LA SALUD
La disminución de las tasas de
interés, un aumento del control por
parte de los reguladores, más
estrictas reglas de contabilidad que
obligan a mostrar los pasivos que el
compromiso al retiro de una suma
definida genera para las compañías
y, finalmente, una mayor longevidad,
han impulsado definitivamente el
cambio en el diseño de los Planes de
Pensiones en todo el mundo
–obviamente, incluida la Argentina-.
De esta forma las personas asumen
cada vez más la responsabilidad –y
el riesgo- que implica manejar sus
inversiones para el momento del
retiro.
Resulta interesante destacar que en
los Estados Unidos, incluso los
Planes de Salud están yendo en la
misma dirección. Cada vez son más
las compañías que en lugar de
proveerles un Plan de Cobertura
Médica a sus empleados, se limitan a
asignarle una suma determinada para
que compren un Plan Médico.
Naturalmente, en materia de Salud el
tema no es sencillo ya que esto
obliga al empleado a proveerse de
información suficiente para tomar
decisiones que alcanzan tanto a él
como a su familia. Para esto han
surgido herramientas informáticas
que, a través de portales amigables,
permite a los empleados una mejor
toma de decisiones.
LA
GLOBALIZACIÓN DE LOS BENEFICIOS
Frecuentemente escuchamos la
expresión “el mundo es plano”.
Estamos frente a una nueva era de la
comunicación, en donde las ideas y
las innovaciones tienen una rápida
difusión en todo el mundo.
Cada vez más las unidades de
negocios de las compañías son
gestionadas globalmente. Así, áreas
como Finanzas, Recursos Humanos y
Compras, por ejemplo, están siendo
transferidos desde los respectivos
países hacia centros de operaciones
globales. Es un implacable enfoque
en la eficiencia: hacer más con
menos dado que la competencia obliga
a mejorar día a día.
Sin embargo, esa misma competencia,
es la que obliga a las empresas de
éxito a diferenciarse sobre la base
de sus talentos, habilidades e ideas
innovadoras y lo que obliga también
a que, en el futuro, sus programas
de beneficios también tengan una
diferenciación continua.
Naturalmente que para pronosticar el
futuro de sus beneficios las
empresas tienen que ser capaces de
visualizar su fuerza de trabajo
futura. Veamos algunos datos
interesantes:
-
Para el 2017, la
generación del milenio
(1980-2000) serán mayoría en la
población adulta en los Estados
Unidos.
-
Para el 2020, el
37% del total de la generación
del milenio -2,56 mil millones
en el mundo- vivirán en China y
en India, según estimaciones de
las Naciones Unidas.
Para ellos: ¿cuáles
son sus expectativas para el
trabajo, el desarrollo, el
aprendizaje, la remuneración? Lo
cierto es que el futuro en cierto
modo ya está aquí. Y esto puede
verse en la forma dramática en que
han cambiado los entornos de
trabajo: Variedad en los “grupos
demográficos” (jóvenes que conviven
con empleados “seniors” que
postergan sus salidas de las
compañías en niveles de edad que
antes eran inimaginables) hombres y
mujeres (con participación creciente
de mujeres y con mayor acceso de
ellas a posiciones jerárquicas), el
compartir el entorno de trabajo con
personas de otros países, proporción
de empleados que realizan trabajo
desde sus casas, etc. etc.
Ahora bien ¿se modifican también las
expectativas? Para saber esto se
hizo una encuesta preguntándole a
los empleados cuales eran sus
preferencias sobre un listado de
alternativas entre las que se
encontraban: incremento de salario,
mayor bono, mayor jubilación –en el
Plan de Retiro-,
mejoras en el Plan Médico, más
vacaciones pagas, mayor flexibilidad
en la ecuación vida/trabajo, mejores
oportunidades de capacitación y
desarrollo, etc.
Quizás no sea una sorpresa que los
empleados eligieron por mayoría
abrumadora los incrementos
salariales como primera preferencia.
Pero sí llamó la atención que,
considerando los trabajadores de
todas las edades, una jubilación más
generosa ocupara el segundo lugar de
preferencia. Más aún, que en países
como Australia, Alemania, Gran
Bretaña y los Estados Unidos, esta
opción fuera señalada en segundo
lugar incluso por los más jóvenes.
Es decir que la seguridad es
prioridad para todos los empleados
–jóvenes y “viejos”- y que esto es
consistente en todo el mundo.
En resumen, de cara al siglo XXI,
más allá del crecimiento en los
costos de los beneficios, las
empresas deberán estar atentas a
percibir cuáles son los deseos de
los empleados y considerar
permanentemente los cambios que
pueden o no introducirse. Tal vez
“la voz” de los interesados haga que
la Ley de Herbert Stein, no sea de
aplicación en este caso.
(*)
Director de Salud Corporativa de
Willis Towers Watson.
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