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La OMS ha declarado que el virus Zika supone una
emergencia mundial, por lo ocurrido en Brasil con las
microcefalias. Este dato fue suficiente para declarar
alerta sanitaria. Veamos. Un reciente estudio
retrospectivo efectuado sobre la epidemia ocurrida en la
Polinesia francesa en 2013, encontró relación directa
aparente entre esta enfermedad y un cierto número de
casos de síndrome de Guillain –Barré. Se pudo demostrar
también que el riesgo de microcefalia asociada al virus
era de 95 casos por cada 10.000 mujeres infectadas
durante el primer trimestre de embarazo. Esto infiere un
riesgo de 1 en 100. Respecto de la cepa que dio lugar a
la epidemia en Brasil, México, Colombia y Centroamérica,
una investigación publicada en The Lancet señaló que el
Zika americano no pertenece al linaje africano (de donde
es originario), sino al asiático, de mucha más reciente
aparición. De hecho, el análisis de su genoma muestra
ser homologable en el 99,7% con la cepa responsable del
brote de Polinesia en 2013.
¿Qué ocurrió realmente en Brasil? A fin de establecer un
reaseguro al inicio de la epidemia, cuando ciertas áreas
geográficas del noroeste afectadas por el virus Zika
registraban un aumento en la incidencia de microcefalia
por sobre la media normal (150 casos/año), el gobierno
solicitó a los funcionarios de salud reportar todo caso
de recién nacido con perímetro cefálico menor a 33
centímetros. Posteriormente, al considerar muchos
resultados como falsos positivos, en diciembre de 2015 y
al advertir que la mayoría de estos niños eran de hecho
sanos y normales, el umbral se redujo a 32 centímetros.
Incluso el límite era pasible de ser reducido aún más,
hasta 31.9 centímetros en los varones y 31.5 centímetros
en las niñas.
La cuestión es que, sobre 6.158 casos sospechosos de
microcefalia informados por el Ministerio de Salud hasta
el 9 de marzo, se estudiaron específicamente 3.670. De
estos, sólo 746 se confirmaron, de los cuales 17 habrían
tenido relación comprobada con el virus Zika.
El gobierno brasileño debió admitir que una medida de
perímetro cefálico excesivamente generosa fue la causa
de reportes infinitamente exagerados. ¿Y las posibles
lesiones neurológicas? Aún se espera encontrar la
relación causa/efecto.
Frente a este escenario “opaco”, la OMS afirmó
rápidamente que se necesitaba brindar “una respuesta
internacional coordinada para mejorar la vigilancia y la
detección de las infecciones, las malformaciones
congénitas y las complicaciones neurológicas, para
intensificar el control de los mosquitos, y para
acelerar el desarrollo de pruebas diagnósticas y de
vacunas que protejan a las personas en riesgo,
especialmente durante el embarazo”.
Como ya lo hiciera ante las críticas que tuvo que
soportar por el manejo de la Gripe A H1N1 y el Ébola, la
OMS repite hablar sobre test serológicos y vacunas – un
gran negocio para los laboratorios - pero muy poco sobre
las verdaderas causas de estas Enfermedades Transmitidas
por Vectores (ETV). Según sus anuncios, los ensayos
clínicos a gran escala para encontrar una vacuna contra
el virus Zika recién comenzarían a fines de 2016, en que
podría haber Fase III a gran escala. Ya se han
identificado al NHI de EE.UU. y a quince compañías
trabajando en su desarrollo, algunas superando la Fase
I. Además, informó que pronto estarían disponibles
nuevas pruebas diagnósticas. Hay ya diez compañías
biotecnológicas en condiciones de proveer los test, y
otras diez en distintas fases de I+D. Ni vacuna ni test
cuentan todavía con la debida patente ni han sido
autorizados por entidad reguladora alguna. Pregunta:
frente a tanta urgencia ¿alguien sabe qué paso con la
vacuna contra el Ébola? Algo similar podría pasar con la
del Zika, de no confirmarse su neurotropismo.
Conviene efectuar una consideración respecto de estas
epidemias, con amenaza de pandemia. El Zika, descubierto
por un científico de la Fundación Rockefeller en monos
de la selva ugandesa en 1947, ya había demostrado su
potencialidad de afectar al humano desde los años 90 en
África y Asia. No mata, a diferencia del Dengue. El
problema es que al igual que el Ébola, originario del
África profunda y reaparecido en 2015 en el África
Occidental (Guinea, Liberia y Sierra Leona), podría
llegar a los países desarrollados por vía aérea (avión o
mosquitos). Y éste parece ser el verdadero fantasma.
El Aedes aegypti se encuentra hoy en regiones del mundo
donde estaba totalmente erradicado desde la década del
70. Sin duda que el calentamiento global ha creado
mejores condiciones para su reproducción y dispersión,
con lo cual hay más peligro de expansión de enfermedades
por arbovirus que hace más de cuarenta años atrás. Otro
ejemplo. Siempre se sostuvo que a este mosquito le
resultaba virtualmente imposible reproducirse a alturas
mayores a los 1.800 metros sobre el nivel del mar. Hoy
lo hace a más de 2.200 metros. Más población a incluir
dentro de los grupos de riesgo.
Está claro que el cambio climático no es algo natural,
sino que está asociado con el modelo de producción
contemporáneo, altamente contaminante. Y también con la
deforestación de extensas áreas de la Amazonia. Así, los
condicionantes para la aparición, mantenimiento y
expansión de las Enfermedades Transmitidas por Vectores
(ETV) se han vuelto ideales. Ahora bien. También hay
variables del lado de la población. No todas las
personas se enferman por igual. La incidencia de Zika y
de las ETV varía mucho entre subpoblaciones, existiendo
mayor riesgo para aquellas que se concentran en áreas
más pobres o con peores condiciones de vida. Carecer de
agua corriente - que obligue a recolectarla y guardarla
en tarros abiertos - tener una pésima recolección de
desechos donde pueda juntarse agua de lluvia y
reproducirse las larvas, contar con malas condiciones de
vivienda, de educación precaria y lo más importante, la
virtual desaparición de los programas de salud pública y
de atención primaria son determinantes precisos de
riesgo de estas y otras patologías infectocontagiosas.
Brasil es tal vez el país donde mejor se ha expuesto la
distribución desigual de esta enfermedad. Y es posible
identificar idéntica correlación en todos los países
afectados de América latina y el Caribe. Y si hábitat y
hábitos del mosquito Aedes parecen haber cambiado,
también se imponen reflexiones más profundas que apelar
al individuo como sujeto activo de la prevención
(descacharrado, mosquiteros y repelente mediante), o a
la vacuna como panacea. No basta entonces con las
medidas de autocuidado que proponen las autoridades
sanitarias para afrontar un asunto de tanta complejidad
como es el avance de las ETV. Se necesita una respuesta
coordinada entre el Estado, el sistema de salud y la
sociedad. En esta tríada, el problema más serio es
cierta desidia con la salud pública.
La tendencia observada en el sector salud
latinoamericano, salvo honrosas excepciones, ha sido el
debilitamiento cada vez mayor de la capacidad de
respuesta efectiva del Estado y la sociedad frente a un
problema como las ETV, al privilegiarse el modelo de
atención a la persona enferma. Un acelerado proceso de
descentralización de responsabilidades ocurrido en los
90 afectó el manejo eficaz de programas de control de
estas enfermedades. Las acciones se han trasladado al
nivel municipal, el que muchas veces no reúne o no
dispone de las condiciones técnicas ni financieras
ideales para mantenerlas y mejorarlas. Por otra parte,
se da en salud una fantástica combinación entre Estado y
mercado. El Estado cubre como puede las cuestiones de
promoción y prevención, y el mercado sanitario
privilegia y regula las demandas de atención de la
población, incluso de la que vive en áreas con peores
condiciones sociosanitarias y donde proliferan el Zika,
el Dengue y el Chikungunya.
Simplemente vale el ejercicio de responder a esta simple
pregunta. ¿Pueden las instituciones de salud pública
municipales detectar y controlar los criaderos de Aedes,
fumigar las veces que sea necesario, realizar el
seguimiento de casos sospechosos y confirmados, bloquear
los espacios geográficos afectados, educar a la
comunidad y al mismo tiempo elaborar un programa
participativo de prevención domiciliaria (léase
descacharrado) sometiendo a esos mismos objetos a su
desaparición definitiva? No resulta demasiado creíble.
Bajo estas condiciones resulta al menos insuficiente que
luego de más de una década, en la mayoría de los países
de América Latina, la autoridad sanitaria que
corresponda sostenga “recomendaciones” dirigidas al
comportamiento individual. Este enfoque individualista
de la prevención para nada puede ocultar las
limitaciones estructurales del sistema de salud en sus
distintas jurisdicciones, como tampoco las de la salud
pública y más aún la de los determinantes en el ámbito
territorial. Enfrentar esta y las próximas epidemias que
van a surgir no es un asunto de voluntades. Ciertamente,
la prevención individual puede ayudar. Pero resulta
marginal si no se actúa contra las causales profundas de
un problema también demasiado profundo. Pareciera que
avanzamos en la dirección equivocada sin ver lo que la
realidad se empeña en demostrar. El Zika expone las
enormes debilidades políticas y operativas que poseen
los sistemas de salud latinoamericanos, pero también la
larga sombra de la pobreza estructural, sus causas y -lo
peor de todo- sus consecuencias.
(*) Profesor Titular
- Cátedra de Análisis de Mercado de Salud -
Magister en
Economía y Gestión de la Salud - Fundación
ISALUD.
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