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Columna


La sociedad sin médicos y el mito del buen salvaje
  
Por el Dr. Floreal López Delgado
Abogado y asesor sanatorial


PARTOS DOMICILIARIOS COMPLICADOS
Recientemente tomó estado público el procesamiento por “homicidio culposo” de una pareja con buenos recursos económicos que, por sus creencias, llamémosle “naturistas” prescindió de toda atención médica antes y durante el parto, que se hizo en la casa y terminó con la muerte de la bebé.
Vuelve el recuerdo de la muerte de Caroline Lovell, luchadora por conseguir que los partos domiciliarios fueran financiados por el sistema de seguridad social en Australia y falleció horas después de dar a luz en su casa con asistencia de dos obstetras.

EL MITO DEL BUEN SALVAJE
Se originó en Europa, en la Edad Moderna, siglo XVI en adelante por el contacto con las poblaciones autóctonas de América.
Los “indígenas” desde Aristóteles, eran considerados “siervos por naturaleza” (la declaración de derechos del hombre es un logro de la prerrevolución francesa a finales del siglo XVIII).
Para contrarrestar esa calificación fueron llamados “seres humanos en estado de naturaleza”.
Eran virtuosos, amables, ingenuos y confiados, casi no tenían propiedad individual, casi toda era colectiva y hasta eran sexualmente liberales. En contraposición con los europeos: abyectos y sanguinarios torturadores, entregados a la codicia, al fanatismo y sexualmente reprimidos.
Obviamente el mito era falso, pero los salvó de la esclavitud y fueron considerados aptos para recibir la fe católica, que no es poco, si consideramos lo que ocurrió en África.
No obstante ello, el mito se desarrolló en los siglos posteriores y forma parte del imaginario actual de muchas personas sobre la relación entre los pueblos “civilizados” y los “primitivos”.

¿QUÉ RELACIÓN TIENE CON LA ACTUALIDAD MÉDICA?
Me pregunto si el mito no incluye en el perfecto “estado de naturaleza” a una sociedad:
Sin médicos, enfermeras, hospitales, sanatorios, medicamentos, salas de UTI, vacunas y todas esas invenciones modernas que nos complican pero que tantas vidas salvan.
Porque en “naturaleza” llegar vivo a los 30 años es muy satisfactorio, las cifras de mortalidad materno filial son altísimas y si viene una peste, sin vacunas se salvan sólo los que tienen inmunidad natural o mucha suerte.
Sobre las vacunas, que también son motivo de campañas “anti”, no puedo evitar un recuerdo personal.
La poliomielitis de los 50; aterrorizaba a todos, especialmente a las madres, que imaginaban a sus hijos en un pulmotor, causó miles de muertes y severa discapacidad para otros tantos.
Fue controlada mediante la vacuna Salk primero y Sabin después y hoy sólo perdura en algunas zonas (que no incluyen a América).
Antes de la polio: la viruela, mató a millones, fue erradicada mediante la vacunación y hoy sólo está en un cultivo de laboratorio ultra aislado, en el ártico (por las dudas reaparezca).

LA “MEDICALIZACIÓN” DEL PARTO, SUS EXCESOS Y UN POCO DE HISTORIA
Desde que existe la humanidad hasta hace pocos años, el parto ocurría “en casa” inclusive los de la nobleza. La reina Victoria de Inglaterra contribuyó a prestigiar la anestesia al pedirla en uno de sus partos ocurrido “en palacio” que era su casa.
La mayoría nacía sin complicaciones, pero el índice de mortalidad materna e infantil era tan alto que hoy sería inaceptable. Recordemos que, para nuestros padres o abuelos, nacidos en la era preantibiótica, era normal tener uno o más hermanos muertos en la primera infancia, además de los que morían en el parto.
Los avances de la medicina bajaron exitosamente la mortalidad materno filial, llevando el parto a las instituciones.
Pero en algún momento comenzaron las quejas, por el exceso de cesáreas, falta de información a las madres, trato despersonalizado y condiciones más ligadas a la comodidad del equipo médico que al bienestar de la madre.
Muchas de las quejas estaban y están justificadas: cesáreas hechas por comodidad del médico, anestesias sistemáticas e inconsultas, madres que no sabían por qué les hacían lo que les hacían (aunque seguramente si hubieran sido informadas de su estado y riesgos, hubieran estado de acuerdo), etc.

LA LEY DE “PARTO RESPETADO”
La campaña comenzó un tanto tremendista: con la bandera de combatir la “violencia obstétrica”, como parte de la “violencia de género” cuando en verdad lo único que tienen en común es el género de las víctimas.
Algunas militantes, no todas, llegaron a proponer la libre elección de los tratamientos por las madres olvidando que el consentimiento sólo puede ser prestado previa información de las ventajas, desventajas y consecuencias implícitas en la decisión.
Y que el bebé por nacer es quien sufrirá por lo decidido, su derecho a la vida es “personalísimo”, debe ser respetado y está lejos de ser disponible.
Sus redactores tuvieron en cuenta estos elementos.
Y sancionaron la ley 25.929.
Que si es leída con atención es poco más que la ley de derechos del paciente aplicada al embarazo y parto.
La madre debe ser informada con antelación suficiente, si fuera posible, de los tratamientos, complicaciones, etc. y optar en la medida en que no exista un riesgo muy grande, por los que elija.
Todas las severas admoniciones antimédicas están subordinadas a que:
No la informen.
No cumplan con las directivas sobre acompañamiento, en el acto del parto e internación, lactancia, contacto con el recién nacido.
Acceso a las salas de UTIN, si fuera necesario.
Y por sobre todo:
Si el establecimiento o el profesional se apartan de las instrucciones maternas sólo caerán en “ilicitud” si el estado de la madre y el neonato no justifican la conducta profesional por lo que contradecir las instrucciones, si es beneficioso, no es sancionable en sede administrativa.
Tampoco es “acto ilícito” civil que sirva para fundar una demanda.
Ni mucho menos delito penal.
Sirve, así como recordatorio de lo que hoy se consideran buenas prácticas obstétricas y las compila en una norma.
Y crea la posibilidad de demandar por incumplimiento, siempre y cuando apartarse no sea beneficioso para la madre y el niño. A la inversa, cumplir con las elecciones perjudiciales sí puede traer graves consecuencias judiciales para el profesional.

LAS CAMPAÑAS ANTIVACUNACIÓN
Tienen amplia difusión en internet y muy poca en los demás medios.
Y pese a que algunos padres, como los de la bebé de Neuquén, son convencidos, no han sido aceptadas en nuestros tribunales… por suerte.

EL PARTO DOMICILIARIO
Supone todos los controles previos del embarazo y asistencia por, al menos, obstetras.
Es promovido por la ignota Asociación Argentina de Parteras Independientes (AAPI) que asegura que las complicaciones de los nacimientos domiciliarios en manos profesionales “son bajas”.
Sus detractores plantean que nadie puede anticipar cuáles serán las mujeres que tendrán alguna dificultad inesperada, que sólo se practica en embarazos a término, sin riesgos y ello vicia las estadísticas que así y todo llegan de un 5 a 7%.
Y sobre las complicaciones que “al que le toca le toca al 100%”.
Tiene promoción mediática, las parejas que publican su experiencia ninguna tuvo complicaciones y lo eligieron por malas experiencia previas de “destrato médico” no de malos resultados.
No existe ningún proyecto legislativo.
Y si alguien se plantea hacerlo, le recomendaría que estudie serenamente las probabilidades en contra y decida correrlas.

CONCLUSIONES
A veces el fervor militante lleva a recurrir a mitos y exageraciones.
Sería mejor crear un ambiente no agresivo para el parto en las instituciones (o crear centros especializados) para que las madres se sientan más cómodas y no elijan correr riesgos.
Los profesionales de la salud ante la más mínima duda deben actuar en beneficio del paciente
.

Para consultas o sugerencias al Dr. Floreal López Delgado, escriba a estudiojuridico@lopezdelgado.com.

 

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