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La enfermedad de Alzheimer se proyecta en lo sanitario y
en lo social como un largo y penoso calvario para los
pacientes y sus familias. Aunque estadísticamente sus
cifras parecen haberse atenuado, será la gran enfermedad
del siglo XXI, porque está ligada al envejecimiento y a
una longevidad cada vez mayor. Pero hay una cuestión
singular sobre esta devastadora patología desde la
innovación tecnológica respecto de nuevas moléculas para
su terapéutica. Además de la sexta causa de muerte en
Estados Unidos, Alzheimer y Parkinson son las dos
enfermedades mentales crónicas cuyo tratamiento las
Biotecnológicas procuran liderar.
La enfermedad tiene costos para el sistema de salud de
Estados Unidos del orden de u$s 214 billones/año, y una
proyección a u$s 1.2 trillones para 2050. Las drogas hoy
en mercado, como el donecepil (Aricept®), el
rivastagmine (Exelon®), la galantamina (Razadyne®) y el
memantine (Namenda®) más allá de su alto precio no han
tenido más éxito que ofrecer una muy leve mejora
sintomática al paciente. Lo cierto es que ninguna puede
actuar deteniendo el nudo de la enfermedad, centrado en
la “teoría amiloide”, El cerebro del Alzheimer muestra
dos anormalidades particulares: el desarrollo de placas
de sustancia beta - amiloide y, en forma paralela, una
serie de “enredos” neuronales causados por una posible
desintegración de la denominada “tau proteína”, motor de
la enfermedad. Los pacientes con Alzheimer tienen una
acumulación de proteínas malformadas, que se transforman
en tales placas y cuyo crecimiento resulta de la
mutación del amiloide A-beta 42, que pasa a amontonarse
dentro de las neuronas interfiriendo la función nerviosa
y llevando a éstas a su muerte. Nuevas formas de
detección de imágenes cerebrales han permitido a los
investigadores medir el espesor de las placas amiloideas
en vivo, y analizar su comportamiento pre y
postratamiento. Si alguna droga biotecnológica lograra
un target terapéutico especial retrasando el
espesamiento de la placa amiloide o disolviéndola, no
sólo se revolucionaría el pronóstico de la enfermedad,
sino que tendría la misma posibilidad de alcanzar
categoría de blockbuster, con ventas superiores al
billón de dólares/año.
Disponer de una droga que cure o limite la evolución del
Alzheimer bloqueando y eliminando el depósito amiloide
sería una especie de “piedra filosofal” sanitaria, ya
que 24 millones de personas en el mundo tendrían hoy una
esperanza de mejora de su progresivo deterioro cerebral,
con la posibilidad de extenderse a los 81 millones que
se supone estarán afectados al año 2040. En 2012,
Johnson & Johnson y Pfizer admitieron que el
bapineuzumab -un monoclonal que se une al péptido Beta
amiloide- no había demostrado ningún beneficio en dos
trials con 2.400 pacientes. Tampoco el solanezumab de
Eli Lilly. No obstante, al combinarse datos ulteriores
de ambos trials, los investigadores observaron un
descenso estadísticamente significativo en la velocidad
del deterioro cognitivo en el grupo tratado en etapas
tempranas de la enfermedad. En 2014, Roche desarrollo
una Fase II con otro monoclonal llamado crenezumab, que
también mostró una mejora del 16,8% en el deterioro
cognitivo.
En 2015, la americana Biogen Idec dio a conocer
resultados de un ensayo clínico con su droga monoclonal
experimental BIIBO37 - conocida como aducanumab - que
bloquearía el amiloide de fibrillas y placas que llevan
a la cascada de efectos productores de inflamación y
neurodegeneración y tendría habilidad para cruzar la
barrera hematoencefálica. Los pacientes no sólo
registraron menor deterioro estadísticamente
significativo de sus funciones cognitivas, sino que el
número y la extensión de las placas amiloideas se redujo
un 71% controladas por PETScan. El único efecto adverso
fue una inflamación cerebral denominada ARIA-E (Amyloid
- Related Imaging Abnormalities) en pacientes con
predisposición genética de alto riesgo ligada al ApoE4 y
aparición precoz de la enfermedad (10 a 20 años antes
que el promedio poblacional) en quienes se administró
dosis elevada de la droga.
El resultado más importante para el dueño de la patente
del aducanumab fue que lo sanitario se cruzó con lo
económico. El anuncio de estos resultados iniciales,
efectuado en la 12a Conferencia Internacional sobre
Enfermedad de Alzheimer y Parkinson celebrada en Francia
en 2015, tuvo un efecto económico mágico. Ese mismo día
y tras el anuncio de los resultados, las acciones de la
empresa subieron en Wall Street por encima del 7.4%.
Económicamente, las expectativas con el aducanumab se
dispararon desde diciembre de 2015, lo que dio a los
inversores esperanza y confianza - quizás exagerada -
respecto que el producto podría tener éxito clínico y de
ventas. De comprobarse respuesta efectiva en la Fase III
actualmente en curso, y que terminará en 2017, las
ventas por aducanumab podrían llegar a promediar los u$s
10 billones en 2022 al disponer de un share de mercado
altamente específico
Vivimos una época de fantásticas innovaciones
científicas acerca de muchas enfermedades. Una es el
Alzheimer. La meta de la investigación clínica es
retardar o detener el progreso de la enfermedad y
prevenir su aparición. La de las Biotecnológicas es
encontrar la “piedra filosofal”. Sería un enorme impacto
sobre una patología socialmente devastadora. Y en tanto
los modernos alquimistas se frotan las manos, los
analistas económicos ya calculan ventas billonarias.
Pareciera que la piedra filosofal está cerca, y
convertirá en oro las expectativas de la industria.
Paciencia. Habrá que aguardar el final de esta historia.
(*) Profesor Titular
- Cátedra de Análisis de Mercado de Salud -
Magister en
Economía y Gestión de la Salud - Fundación
ISALUD.
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