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Por el Dr. Adolfo Carril, Dr. Héctor Pezzella y
el Dr. Ernesto van der Kooy, Directores de Prosanity
Consulting.
El sistema de salud en la Argentina se ha desarrollado,
por múltiples factores, y a partir de la década del 40,
como un modelo mixto, con tres subsectores, el público,
el privado y el del Seguro Social, que actúan en
diferente proporción, como financiadores del mismo y
como proveedores de servicios. Nuestro Sistema Sanitario
se encuentra crónicamente en crisis. Es poco armónico,
regresivo, con grandes brechas de equidad sanitaria y
además sufre los altos costos incrementales de la
medicina y los avatares de las cíclicas y graves
dificultades económicas que hemos padecido. El gasto
directo de bolsillo (signo de regresión de los modelos)
en relación al gasto total en salud representa alrededor
de un 22% e impacta proporcionalmente más en aquellos
niveles socioeconómicos más bajos.
Pero al mismo tiempo se trata de un régimen consolidado
al que debemos realizarle las reformas necesarias para
perfeccionarlo, tal como entendemos se pretende desde el
actual Gobierno Nacional. El Sistema del Seguro Social
es sin lugar a dudas su columna vertebral cubriendo
actualmente alrededor del 55% de la población, con un
gasto de bolsillo de solo un 7%.
Una de las características a solucionar de nuestro
Sistema es que la cobertura de prestaciones de Salud es
muy diferente en accesibilidad, oportunidad y calidad
entre los beneficiarios formalmente cubiertos (Obras
Sociales y Prepagos) y los informalmente cubiertos o
“sin cobertura”. El PMO solamente se asegura a los
beneficiarios del Sistema Nacional de Obras Sociales y a
los asegurados por el Sistema de Medicina Prepaga y no a
los informalmente cubiertos, que son las personas que en
general tienen el nivel socioeconómico más bajo y por lo
tanto mayor riesgo de enfermar.
Trabajar desde los Gobiernos Nacionales y Provinciales
en leyes de acceso universal a la salud y de cobertura
universal de salud (CUS) es un paso adecuado en la
solución para la formalización total, nominación de
pacientes y en general para la cobertura similar a los
otros sectores.
La progresiva pérdida de trabajo en los años noventa y
la crisis de salida de la convertibilidad del 2000, puso
a todo el sistema de Salud en un grave riesgo. En virtud
de todo lo comentado, fue que a comienzos del 2002 fue
promulgada la Emergencia Sanitaria (Decreto de necesidad
y urgencia 482/2002), que se ha extendido hasta nuestros
días, y prorrogada hasta el 31 de diciembre de 2017,
esto es una vigencia de más de quince años.
La ley de emergencia sanitaria, impidiendo ejecutar las
deudas de cualquier concepto contraídas frente al órgano
recaudador (impuestos, aportes previsionales,
retenciones, etc.) ha establecido de pleno derecho un
estado de necesidad justificante en el sector, que no
admite prueba en contrario. Es decir, ha tratado de
paliar la grave crisis del sector, mediante un subsidio
temporal al eximirle del pago de todas sus obligaciones.
A partir de la crisis del 2000 no se ha recuperado el
salario del sector en la magnitud de lo perdido
situación agravada a partir de 2007 por la alta
inflación. Existe un altísimo porcentaje de trabajo
informal y una desocupación aún muy alta. Ello ha
impactado fuertemente sobre todo en los ingresos del
Seguro Social y en la pérdida de beneficiarios por parte
de las EMP.
Los establecimientos del Sector Privado han padecido lo
que todo el sector y han disminuido tanto su número como
su cantidad de camas. A pesar del esfuerzo realizado no
han podido acompañar el avance tecnológico de la década
sufriendo serias dificultades para afrontar sus costos.
Respecto a Infraestructura según el Banco Mundial en el
año 2012, existían 4,5 camas cada 1.000 habitantes
(considerando todos los tipos), y según el Ministerio de
Salud de la Nación (2014) para un total entre todos los
subsistemas de 21.095 establecimientos relevados (con o
sin internación), 28% eran provinciales, 18%
municipales, 52% privados, y el 2% restante entre
Nacionales, Obras Sociales, Universidades, Fuerzas
Armadas, etc. De los 4.864 con internación 44% eran
privados.
Es importante entonces tener en cuenta la magnitud de la
expansión del sector privado prestador de servicios y su
importancia en nuestro sistema sanitario. Luego del
sector público, el sector privado es el más desarrollado
(lo hizo a partir de los años 70) contando con
consultorios, policonsultorios, centros de diagnóstico,
Clínicas, Sanatorios y Hospitales distribuidos en todo
el país, abasteciendo sobre todo la atención de
pacientes de las Empresas de Medicina Prepaga (EMP) y de
las Obras Sociales, sean Nacionales, Provinciales, el
Pami etc.
A pesar de la pérdida proporcional del salario real, y a
la caída de los honorarios médicos, los costos en
personal de un Sanatorio de mediano tamaño superan en
muchos casos el 60% de los costos totales del mismo,
costo laboral que está fuertemente influido además por
los aportes previsionales derivados del mismo.
Una institución debe afrontar además otras erogaciones
de magnitud como los insumos (el aumento incesante de
medicamentos y descartables surge como paradigmático)
los servicios de apoyo, los servicios generales, las
tasas e impuestos, honorarios, etc. Un análisis de la
estructura de costos de los establecimientos
sanatoriales, muestra claramente que, aunque trabajen a
capacidad colmada, con los precios de mercado están
imposibilitados de afrontar sus deudas impositivas y
previsionales.
Ya en el año 2010 se marcaba un retraso arancelario
crónico en el sector de internación de cerca del 30%
desde la salida de la convertibilidad y nuestros propios
trabajos de Valorización del PMO que realizamos desde
esa fecha, muestran una pérdida lenta pero progresiva de
los ingresos en internación a expensas del crecimiento
sobre todo de prestaciones especiales.
Al mismo tiempo los financiadores no pueden afrontar los
incrementos de precios necesarios solicitados en la
magnitud requerida o porque sus propios incrementos de
cuotas se autorizan por debajo del aumento real de
costos (entre el 2004 y el 2015 las cuotas aumentaron
alrededor de un 400%, muy por debajo de insumos,
prestaciones y salarios) o porque los aumentos de
ingresos de las Obras Sociales, que acompañan al
salario, están por debajo de la inflación y de los
costos incrementales del sector.
Según un índice de Adecra, entre 2002 y 2013 el costo de
la atención médica creció 1.132%, mientras que el índice
general de precios acumuló 786%.
Los establecimientos privados han debido apelar desde el
2002 sin desearlo, pero a veces como única forma de
subsistencia y amparadas en la ley de Emergencia
Sanitaria a la falta de pago de impuestos y de sus
obligaciones previsionales.
Se estima que más del 70% de los establecimientos
privados con internación (sobre todo los medianos y
chicos, los más importantes en número y con mayor
cobertura geográfica) padecen estas dificultades y
tienen deudas fiscales que ajustadas al 2016 se presumen
cercanas a los 2.000 millones de pesos, sin considerar
intereses ni multas.
A fines del año 2017 termina la Emergencia Sanitaria y
todos los requerimientos de la AFIP suspendidos, se
harán efectivos. Se ha tomado registro de que aun
estando en vigencia la Emergencia la AFIP, ha actuado en
calidad de querellante, con acciones penales contra
Directivos de algunas Instituciones.
Consideramos que frente a la situación imperante es
necesario abordar la problemática desde varios frentes.
Uno es la necesidad de lograr una moratoria especial que
permita salir de la deuda tan importante que tienen y
otro es encontrar algún tipo de mecanismo que les
permita afrontar el pago a futuro de los devengamientos
mensuales.
Entre estos últimos se podría autorizar a dar uso a los
saldos técnicos del IVA generado, porque gran parte de
lo facturado está exento (la facturación a obras
sociales y Pami), pero la totalidad de las compras están
gravadas. Y no se pueden descargar. Si se pudieran usar
a cuenta de contribuciones patronales, ayudaría sobre
todo a los establecimientos más dependientes del Seguro
Social, que en general son los medianos y chicos.
Otra posibilidad que visualizamos como interesante de
explorar es la de apoyar con estructura privada al CUS
en formación, ya que aparece a todas luces como
insuficiente la capacidad instalada del sector público,
y va a ser necesaria la participación del sector
privado.
O sea, pagar con prestaciones convenientemente
valorizadas parte o todas las obligaciones previsionales
acompañando con ello el programa de gobierno y brindar
una cobertura más equitativa para la población sin
cobertura formal.
En la Argentina, quienes hemos crecido en ella y
aprendido a adecuarnos a cada coyuntura por terminal que
parezca, tenemos como hábito el planificar con
horizontes diarios, semanales, a lo sumo mensuales, por
lo que pensar en un hito temporal hacia fines del 2017,
parece lejano e innecesario de atención. Debemos prender
el alerta hoy. Si no se soluciona el tema de la deuda de
los establecimientos de salud, el sistema de salud
colapsará no sólo por el cierre de muchos
establecimientos, la falta de camas, la imposibilidad de
atender a miles de pacientes que hoy recurren al sector
privado, sino también por la cantidad de personal
involucrado. La crisis no solo será sanitaria sino
también laboral/social, aumentando la tan preocupante
desocupación.
Es por todo ello que valoramos al tema con una
importancia tal, que debiera ser afrontado a la brevedad
por las autoridades, como otros que ha puesto en la
agenda como prioritarios.
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