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A partir de la 2ª Guerra Mundial, y especialmente
durante las décadas de predominio del estado de
bienestar (60 al 80), se expandieron los sistemas de
protección social ya existentes en la mayoría de los
países occidentales, en base a procesos que pueden
sintetizarse como de separación o desdoblamiento entre
las responsabilidades de financiación y las de
prestación de servicios de salud. Las autoridades
sanitarias procuraban garantizar una distribución amplia
y equitativa de los tributos que garantizarían los
sistemas de salud, a fin de sostener los beneficios que
se brindarían con esos recursos. Países con diferentes
estructuras en la organización y financiamiento de sus
regímenes de protección, aplicaron políticas de Estado
similares.
Alemania Occidental, que contaba con el sistema de
Seguridad Social (SeS) creado por el Canciller Otón
Bismarck en 1883, financiado por trabajadores y
empleadores con alícuotas del salario, extendió la
cobertura a toda la población. Para administrarla,
contaba con un gran ente estatal autárquico, que
recaudaba y regulaba los servicios que debían prestar
una gran cantidad de administradores (alrededor de 300
Cajas de Enfermedad), en base a fondos que recibían per
cápita. El Reino Unido, que financiaba su Servicio
Nacional de Salud (NHS, National Health Service) con
impuestos generales, mediante la dependencia estatal de
profesionales y establecimientos, también aplicaba
contratos por capitación a los diversos efectores, que
le permitían contener los costos de la atención. Más
tarde fue transfiriendo paulatinamente el riesgo
financiero de brindar los servicios, a jurisdicciones
cada vez más limitadas de territorio, de modo que
municipios u hospitales comunales se hacen responsables
de la salud de la población asignada, a través de
recursos que reciben según los resultados (pago por
desempeño). Una transición equivalente llevó a cabo el
Seguro Nacional de Salud de Canadá, en base a una
organización provincial, mediante un régimen de premios
y castigos que administra un ente recaudador federal.
Conductas similares aplicaron los demás países europeos,
ya sea con el predominio de uno u otro modelo
organizativo, pero en general con fuentes mixtas de
financiación, ya que los costos de la atención médica
superaron todas las previsiones. En los 90, organismos
internacionales como el Banco Mundial advertían, frente
a la globalización de los mercados, sobre los costos
sociales de financiar sin límites la atención médica.
En América latina, México —el sistema más antiguo, que
inició su sistema en 1917— mantuvo sus grandes
organizaciones de SeS para empleados privados y
estatales. En 2004 incorporó a los trabajadores
informales mediante el Seguro Popular de Salud, y además
estableció una modalidad de representación popular
(Avales) para impulsar la mejora de los servicios
públicos. Colombia extendió el alcance de la SeS a toda
la población en 1993 con la ley 100, implementando 3
regímenes de cobertura —contributivo, subsidiado y
mixto— con el fin de incorporar a la totalidad de la
población, pero aún se encuentra muy distante de haber
alcanzado equidad en sus beneficios. Chile, que se
inició en 1942 con un modelo similar al NHS, incorporó
un régimen de aseguradores privados en 1980 (ISaPre’s,
Instituciones de Salud Previsional), pero mantuvo la
contribución solidaria de todos los habitantes a un
fondo común (FoNaSa, Fondo Nacional de Salud).
Actualmente el FoNaSa es administrado por un ente
autárquico, la Superintendencia de Salud, mientras el
equilibrio de beneficios entre usuarios públicos y
privados lo determina el Ministerio de Salud mediante
una lista de garantías explícitas (GES) de acceso
universal. El resto de los países de la Región cuentan
con servicios pluralistas (públicos, privados y de SeS),
con diversos grados de articulación entre sus
componentes y organizaciones de SeS de origen estatal
para trabajadores formales. Uruguay y la Argentina
difieren de los demás, en que sus organizaciones de SeS
surgieron a partir de mutuales fragmentadas de
inmigrantes, desde afuera del Estado.
Si observamos la evolución comentada de los modelos de
Salud más eficientes y equitativos, el rasgo común es
que lograron mantener la independencia entre los entes
recaudadores/reguladores y los que administran servicios
asistenciales para la población. Esto permite que,
aunque los administradores de servicios estén
fragmentados, el ente financiador tenga autoridad para
fijar normas comunes a todos. En nuestra Región, además
de Chile que mantuvo su FoNaSa, avanzaron en este
sentido Brasil, con la creación del SUS (Sistema Único
de Salud) en 1988, y Uruguay con su propio FoNaSa desde
2007. Ambos países unificaron de esta manera la
administración de fondos públicos y de SeS, bajo una
única fuente de normas y exigencias. Por el contrario,
en Argentina el ente recaudador (ANSeS-AFIP) y el ente
regulador (Superintendencia de Servicios de Salud), no
tienen facultades suficientes para establecer normas
obligatorias de calidad e integralidad, sólo constituyen
asientos contables o dictan normas indicativas. Las OS’s
provinciales, el PAMI y diversas Obras Sociales (OS’s)
nacionales excluidas del contralor de la
Superintendencia, no responden a sus normativas. Por
otra parte, muchas OS’s sindicales tercerizaron la
atención de sus beneficiarios de mayor nivel de
ingresos, transfiriendo el riesgo a empresas de medicina
prepaga (EMP’s). ¿Qué pasará cuando funcione la
Cobertura Universal de Salud (CUS) administrada por las
provincias?
En este panorama de dispersión de entidades de cobertura
y jurisdicciones, es difícil definir el camino apropiado
para concentrar el poder de decisión suficiente, que
garantice la accesibilidad universal y la equidad de los
servicios prestados. Dado que lo común a todas ellas, es
que actúan como entes aseguradores de afiliados y
prestaciones limitadas, debería considerarse la
posibilidad de crear un ente reasegurador, de adhesión
obligatoria para OS’s, EMP’s y CUS, que contribuya a
unificar la equidad del Sistema de Salud, unificando los
padrones de asegurados, eliminando la duplicación de
afiliaciones y garantizando la confidencialidad entre
las entidades.
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(*)
Hugo E. Arce - Médico sanitarista - Miembro del
Grupo PAIS |
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