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A partir de
marzo de este año, se presentaron
pedidos de cobertura del 100% del
medicamento Nusinersen, como
tratamiento de la Atrofia Medular
Espinal.
Nusinersen fue aprobado en primer
lugar por la Administración de
Alimentos y Medicamentos de los
Estados Unidos (FDA, por sus siglas
en inglés), el 23 de diciembre de
2016, en un plazo de tres meses tras
la presentación de la solicitud de
autorización.
Recientemente, la compañía
biotecnológica Biogen ha anunciado
que el Comité de Medicamentos de Uso
Humano (CHMP, por sus siglas en
inglés) de la Agencia Europea del
Medicamento (EMA, por sus siglas en
inglés) ha emitido una opinión
positiva recomendando la aprobación
de Nusinersen para el tratamiento de
la Atrofia Muscular Espinal con
alteraciones del cromosoma 5q.
Este tipo de AME es la forma más
común de esta enfermedad
neuromuscular genética, llegando a
representar aproximadamente el 95%
de todos los casos de AME.
La revisión de Nusinersen se realizó
bajo el procedimiento de evaluación
acelerada del CHMP, un mecanismo
regulatorio que tiene por objetivo
proporcionar, en el menor tiempo
posible, el acceso a los pacientes a
los medicamentos que cubren
necesidades médicas aún no
satisfechas. Su aprobación
convertiría a esta terapia en el
primer tratamiento disponible para
AME con alteraciones en la región
cromosómica 5q.
Por su parte, el laboratorio Biogen
(NASDAQ: BIIB) reveló que ha fijado
un precio de lista de 125.000
dólares por inyección para su
fármaco para AME, Nusinersen. El
precio por inyección se traduce en
750.000 dólares para el primer año
de uso, cuando se supone que un
paciente recibe seis inyecciones y
375.000 dólares cada año
subsiguiente para el resto de su
vida.
Si bien el uso de este medicamento
aún no fue autorizado en nuestro
país, el laboratorio que lo
comercializa ya obtuvo, reiteramos,
su aprobación en Estados Unidos y
Europa.
En la República Argentina, existe
una entidad que agrupa a las 200
personas que aproximadamente padecen
de Atrofia Medular Espinal.
Por lo menos 15 personas de este
total, ya pidieron la cobertura de
Nusinersen a obras sociales que
integran el Sistema Nacional del
Seguro de Salud.
Excepto algunas pocas con capacidad
económico-financiera suficiente, el
costo de este medicamento no es
posible de afrontar para la gran
mayoría de las obras sociales.
La primera solución que aparece al
alcance de la mano es la de recurrir
a los recursos con los que cuenta el
Fondo Solidario de Redistribución.
Sin embargo, cuando profundizamos el
análisis de la situación, no resulta
tan sencillo dar una respuesta
unívoca a esta encrucijada. En
efecto, la eficacia, costo y
disponibilidad del Nusinersen es
solamente un ejemplo de lo que
ocurre y, fundamentalmente,
ocurrirá, con los nuevos
medicamentos monoclonales,
biológicos o de reciente
descubrimiento que sean
comercializados de modo monopólico u
oligopólico. En otras palabras, es
muy probable que ni siquiera los
recursos del Fondo Solidario de
Redistribución alcancen para cubrir
el costo de los actuales
medicamentos.
Creemos que este panorama presenta
una ocasión propicia como para
reformular el financiamiento de la
seguridad social.
Como sabemos, como principio, el
financiamiento de la seguridad
social continúa basándose en el
sistema contributivo bismarkiano.
Estamos convencidos que debemos
discutir la insuficiencia de las
contribuciones patronales y aportes
laborales para financiar
adecuadamente las prestaciones
médico-asistenciales que debe
brindar cada obra social y su
relación con el financiamiento del
subsistema público de salud que,
básicamente, proviene de partidas
presupuestarias que responden a los
sistemas universales o
beveridgianos; pues se basan en los
postulados desarrollados en el
“Informe Beveridge”, publicado en
Gran Bretaña, en 1941. Allí se
proclamó el principio de cobertura
universal de la seguridad social
para todos los ciudadanos “desde la
cuna hasta la tumba” (“from cradle
to grave”).
Nos parece auspiciosa la adquisición
que realizó el Ministerio de Salud
de la Nación de casi 140 mil dosis
de un medicamento antiviral para
personas infectadas con el virus de
la hepatitis C en estado avanzado.
En la Argentina, unas 800.000
personas tienen esta enfermedad y
1.200 de ellos están atravesando un
estadio muy severo y dependen de
esta medicación.
Este también es solamente un ejemplo
de coberturas de alto costo y baja
incidencia que resultan más
económicas y eficaces cuando el
propio Estado interviene de modo
activo en su compra.
Estamos en presencia de una buena
oportunidad como para rediscutir el
financiamiento de la seguridad
social y su relación con el
subsistema público de salud
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