|
IMPACTO DE LOS COSTOS DE NO CALIDAD
EN LOS SISTEMAS DE SALUD
 |
|
Por el Dr. Ernesto van der
Kooy (*) |
Continuamente se
registran publicaciones en nuestro
país donde se reconocen las
características de nuestro sistema
de servicios de salud, fragmentado
inequitativo, ineficiente, etc. En
general, y al mismo tiempo se
insiste en la necesidad de mayor
financiamiento para lograr mejores
resultados. En pocas ocasiones se
insta a analizar nuestro modelo de
atención y las formas de gestión.
Asistimos, aunque no se puntualiza,
y sobre todo en los últimos años, a
un aumento progresivo de los gastos
de bolsillo (copagos, coseguros,
gastos en medicamentos), y del gasto
de seguros de salud voluntarios. O
sea, asistimos a un aumento del
gasto privado.
El 10% del PBI que se comunica como
gasto global en salud desde hace
años, por lo tanto, se obtiene a
expensas de la disminución del gasto
del estado y de la seguridad social,
donde impactan tanto los bajos
salarios y la disminución de
coberturas en obras sociales de
referencia como el INSSJyP, como la
crisis económica que llega a todas
las provincias, responsables de la
salud poblacional.
La Argentina es a la fecha, el país
que registra el mayor gasto privado
y el menor gasto público de la
región. Lo contrario a lo que debe
ser un sistema de salud progresivo.
(M. Glanc. 2025).
Dentro del sistema de salud, al
mismo tiempo se observa una
población cada vez más envejecida,
con una fuerte preponderancia de
ECNT, y una continua innovación
tecnológica que genera un incremento
incesante de costos, sobre todo de
medicamentos y dentro de ellos los
de alto precio.
Siendo que esta situación se estima
se agravará en los próximos años, y
más allá de la necesidad de elaborar
y aplicar modelos de atención que
mejoren la calidad y perfeccionen el
gasto, creemos que es necesario, más
aún imprescindible, atacar a los
costos de no calidad que atraviesan
transversalmente a todo el sector.
Analizando publicaciones de la U.E.
y de EE. UU., de estudios de mucho
valor y con metodología muy clara,
se observa como los mismos evalúan
ese costo de no calidad. Algunos
ejemplos veremos al final de la
nota.
En las empresas de bienes y
servicios, no de salud, se conocen
como COPQ (Cost of Pour Quality), o
más informalmente como costo o gasto
basura.
Es importante definir que entendemos
como costo de no calidad, porque
habitualmente la referencia es solo
al acto médico, perdiendo de vista
otros elementos de valor
considerable.
Por definición entendemos como tales
a erogaciones evitables producidas
por ineficiencias o incumplimiento.
Los costos de no calidad se producen
en todo el sistema de servicios de
salud, en la macrogestión,
mesogestión y microgestión.
Comprende lo ambulatorio y la
internación y pueden ser
clasificados según se observa en el
gráfico adjunto:

Cuando hablamos
de costos de no calidad
administrativos nos referimos al
exceso de gastos administrativos,
que superan lo necesario para
alcanzar los objetivos generales de
la organización y que se derivan
principalmente de la complejidad
para la accesibilidad a los sistemas
de atención y de los diferentes
formatos de sistemas de pago a
proveedores.
Cuando lo hacemos de costos de no
calidad operacional nos basamos en
el uso ineficiente e innecesario de
recursos en la producción y
prestación de los servicios.
Repetición innecesaria de
prestaciones o procedimientos por
falta de coordinación de la
atención, tiempos de espera
prolongados, reprocedimientos en
atenciones ambulatorias, estudios,
cirugías, etc., con o sin
alteraciones de la salud de los
pacientes.
Consumo excesivo de recursos
humanos, físicos, tecnológicos,
etc., y también de los errores, que
son resoluciones de problemas con
mala calidad, como las infecciones
nosocomiales, complicaciones
quirúrgicas, anestésicas y de
técnicas inadecuadas de
esterilización y de cuidados al
paciente, errores de medicación,
etc.
El tercer grupo, los costos de no
calidad en la práctica clínica se
superponen muchas veces con los
errores operacionales, pero suman
los costos de no calidad surgidos de
la incertidumbre en diagnóstico y
tratamiento que se incrementa por
falta de buena formación
profesional, revisiones excesivas,
pedidos en cascada, y los
tratamientos abusivos en casos con
nulos beneficios, y aun riesgo para
el paciente, uso de medicamentos de
alto costo sin evidencia
sustentable, incentivos financieros,
etc.
Todos estos elementos han sido
considerados y ponderados en
estudios extranjeros, cuyos
resultados generales exponemos al
final del artículo.
Toda organización de salud debe
contar con herramientas que apoyen
la toma de decisiones y al sistema
de gestión, sustentado en
indicadores debidamente
cuantificados con periodicidad.
Todas las empresas de salud
prestadoras en mayor o en menor
grado invierten sumas importantes
para lograr que los servicios o
productos que producen para los
pacientes sean de óptima calidad,
obtener la satisfacción de sus
clientes internos y externos para
lograr su adhesión y permanencia,
reducir los riesgos de problemas
legales y reclamos por perjuicios al
usuario, reducir quejas, reducir los
costos de no calidad de los
procesos.
Pero en general dichas empresas no
realizan la medición sistemática del
monto invertido en mantener los
estándares de calidad establecidos
por la organización y exigidos por
la legislación, tanto de prevención
(normas, guías, sistemas de gestión
de calidad, seguridad del paciente,
etc.) como de evaluación (monitoreos
periódicos, calidad
científico-técnica, satisfacción del
usuario, etc.).

Los costos de no
calidad tampoco son sistemáticamente
medidos en los establecimientos
asistenciales, en general menos aún
que los de calidad.
Son por fallas internas o por fallas
externas. Las internas tales como
repetición de atenciones,
tratamientos excesivos, tratamientos
no necesarios, errores (con o sin
efectos adversos), etc.
Mientras que las externas entre
otras, reclamos, quejas, perdida de
imagen institucional, insatisfacción
del paciente y/o del financiador.
Las fallas externas pueden ser más
importantes y costosas que las
ocasionadas por las fallas internas.
El peso de las mismas puede ser
visualizado en el próximo gráfico:

No vamos a
investigar los errores y eventos
adversos como fuente de costos de no
calidad, pues el rubro amerita un
análisis exhaustivo por sí mismo.
Pero si remarcar algunos elementos
que surgen de los trabajos del
extranjero que los han valorizado,
usando clasificaciones muy similares
a la que expusimos ut supra.
En general los estudios de la U.E
sobre todo el estudio ENEAS en
España han trabajado sobre los
errores, eventos adversos,
incidentes, etc.
Los últimos estudios de EE. UU. han
realizado un análisis más integral
del problema, abordando todos los
elementos de no calidad y analizando
en el tiempo el impacto que han
tenido acciones realizadas en el
sistema sobre dichos costos de no
calidad.
El estudio ENEAS 2004/5 de España
fue hecho sólo sobre eventos
hospitalarios. La incidencia de
eventos adversos ha sido de 8,4% de
los pacientes internados, lo que
significó un 34,5% de prolongación
de la estancia.
En el próximo cuadro se sintetizan
algunos aspectos del análisis
realizado:

El 45% fueron
eventos leves, el 39% moderados y el
16% graves.
Costos por eventos adversos en la
unión europea 21.100 millones de
euros en 2017.
Sin embargo, es importante volver a
remarcar que estos son costos de no
calidad por eventos adversos. Son
intrahospitalarios y por lo tanto
significan solo un porcentaje de los
costos de no calidad del sistema
(falta lo ambulatorio, lo
administrativo, los fraudes, etc.
entre otros).
EE. UU. gasta cerca del 18% de su
PBI en salud y con relación al gasto
sus resultados son muy poco
satisfactorios en los indicado- res
de salud poblacionales.
Ello ha llevado a hacer varios
estudios para visualizar el por- qué
de la magnitud del gasto, más allá
de su tipo de modelo de
financiamiento, de su modelo de
gestión y de su modelo de atención
de la salud.
En 2010, el Instituto de Medicina
(IOM) intentó analizar la cantidad
de desperdicio en el gasto sanitario
estadounidense y propuso seis
categorías de posibles fuentes de
desperdicio.
En 2012, Berwick y Hackbarth,
considerando esas seis categorías
informaron que aproximadamente el
34% del gasto sanitario
estadounidense podría clasificarse
como desperdicio. Identificaron como
las mayores el gasto en medicamentos
y la complejidad administrativa.
Frente a esto se ejecutaron medidas
para ayudar a controlar el gasto de
no calidad en atención médica, tales
como reforma de los pagos (ej.:
organizaciones de atención
responsable, pagos agrupados,
acuerdos de pago basados en el valor
en atención primaria) reforma de la
prestación (mejora en los circuitos
administrativos, en la coordinación
de la atención, centros médicos
centrados en el paciente y las
asociaciones de pacientes), etc.
En 2019 William H. Shrank, MD et col
realizaron una actualización del
trabajo de Berwick-Hackbarth sobre
los niveles estimados de desperdicio
en el sistema sanitario
estadounidense, utilizando los
mismos 6 parámetros, luego de 7 años
de medidas aplicadas.
Las estimaciones alcanzadas
determinaron que el gasto de no
calidad representaba aproximadamente
el 25% del gasto total en atención
médica en Estados Unidos, o sea que
había bajado un 9% del total, o sea
un 25% del gasto de no calidad.
La categoría de complejidad
administrativa se asoció con la
mayor contribución al desperdicio, y
el segundo contribuyente al
desperdicio en Estados Unidos fue la
fijación de precios deficiente,
porque no se afectaron en las
medidas tomadas, los precios de los
medicamentos, sobre todo los de alto
costo.
O sea, se mantuvieron los dos
elementos sustanciales remarcados en
2012.
Recién en tercer lugar las fallas en
la prestación de la atención, fallas
en la coordinación de la atención y
atención desproporcionada o de bajo
valor.
Estos estudios nos muestran cual
debe ser el camino para seguir con
estos costos de no calidad. La
implementación de medidas efectivas
para eliminar el desperdicio
representa una oportunidad para
reducir los continuos aumentos en
los gastos de atención médica en
todos los sistemas sanitarios.
| (*)
Médico. Máster en Dirección
de Empresas. Director de la
Maestría en Gestión de Salud
(USAL). Presidente de
Prosanity Consulting. |
|