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“Durante
el cuarto año nos planteamos la
integración plena de las obras
sociales de las fuerzas armadas, de
seguridad, universitarias, del poder
legislativo y judicial y la
realización de un estudio del estado
de funcionamiento de los hospitales
públicos y centros de atención
primaria (perfiles, normativas y
financiamiento). Esto para tener al
hospital público como un efector de
los centros de atención primaria,
como efectores de privilegio del
sistema y presupuestar necesidades
según perfiles, servicios y áreas”.
“A partir del quinto año comenzaría
el funcionamiento en red de los
hospitales públicos y centros de
atención primaria de acuerdo a las
posibilidades de aplicación de
programas prestacionales y la
adecuación de normas del sistema.
“En el sexto año, veríamos la
integración de los beneficiarios de
los planes sociales nacionales y
provinciales y de los beneficiarios
de los seguros provinciales y
municipales de salud. También se
daría inicio al financiamiento a
través de rentas generales, a un
módulo del plan médico obligatorio y
al fondo solidario de
redistribución. También la
generalización según el módulo
definido, que es la administración
de programas especiales”.
“En el séptimo año planteamos la
adecuación normativa y
administrativa de las obras sociales
provinciales como paso previo a la
integración plena y el
empadronamiento de desempleados y
carenciados. Si hablamos de proceso
de tantos años, esperamos que el
porcentaje de desempleados que
tengamos en nuestro país sea mínimo
(el denominado desempleado
funcional). |
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“Durante
el octavo año estamos hablando de
una primera integración parcial de
las primeras obras sociales
provinciales según las posibilidades
de la adecuación normativa. Esto
tiene mucho que ver con el trabajo
que tenemos que hacer con las
legislaturas provinciales. Muchas
obras sociales necesitan el acuerdo
parlamentario, los dos tercios
necesarios, porque son leyes
fundamentales y todo esto, en un
proceso que hemos planteado en estos
plazos.
También incluimos en este año el
comienzo de la integración de
desempleados y carenciados por
padrón, el módulo del plan médico
obligatorio del fondo solidario y
los aportes
de rentas generales. Esto servirá
para ver cómo pensamos en el día de
mañana cómo será el financiamiento
de las prestaciones, si únicamente a
través del salario diferido o con
aportes genuinos del tesoro.
Además, comenzaría la integración
plena de la red pública como
prestadora central y el
financiamiento mixto entre el
capital privado y el público.
Por último, planteamos la
integración plena con las obras
sociales provinciales restantes, la
integración plena de la población
desempleada y carenciados.
La
influencia de los avances
Por su parte, Carlos Garavelli,
titular de la Organización
Internacional de la Seguridad Social
(OISS), aseguró que las reformas en
materia sanitaria son
imprescindibles “a raíz de los
cambios vertiginosos que se dan en
lo que hace al diagnóstico y el
tratamiento de las enfermedades” y
debido “al crecimiento de la
expectativa de vida, que se ha
duplicado durante la década del 90
en todo el mundo.
Este aspecto, según Garavelli, no es
menor porque “tenemos que crear los
mecanismos y generar los recursos
para poder, desde la Seguridad
Social, dar respuestas a una
población que ya se conoce con el
nombre de “cuarta edad” y que se
caracteriza por vivir muchos más
años que los adultos que los
precedieron”. “Este desafío exige
reformas, tanto en materia de
prestación de servicios como de
financiamiento, ya que los caminos
que hasta aquí se recorrieron nos
llevaron a un sistema fragmentado,
empobrecido y sin capacidad de
respuestas”, sentenció el titular de
la OISS.
EL PODER
LEGISLATIVO
Durante el desarrollo del XII
Congreso Internacional Salud: Crisis
y Reforma, se analizaron distintos
aspectos legislativos referidos al
sistema de salud y se expusieron los
posibles aportes que se pueden
realizar desde el Congreso para
mejorar la situación sanitaria en
todo el país.
En ese sentido, Jorge Capitanich,
senador y titular de la Comisión de
Hacienda del Senado, aseguró que
“cuando se plantea cuáles son los
aportes del poder legislativo a una
reforma del sistema de prestaciones
del sistema de salud, lo importante
es reconocer cuáles son los temas
que forman parte de la agenda
legislativa en estos momentos”.
Para Capitanich está claro que la
crisis del año 2002 ha sido muy
grave y ha afectado sustancialmente
al sector por varias razones. Por un
lado, la caída del producto bruto
interno desde 1998 al 2002 era
equivalente al 20,9 por ciento, lo
que generó un incremento de la tasa
de desocupación cercano al 24% y
consecuentemente un aumento en los
números de pobreza e indigencia.
“Naturalmente, eso impactó en el
financiamiento del sistema de
seguridad social, entre los cuales,
obviamente, las obras sociales
constituyen un factor importante, y
lo mismo ocurre con el tema de
financiamiento del Pami o
eventualmente el poder adquisitivo
de las familias para poder acceder a
mejores servicios en materia
sanitaria”, subrayó el titular de la
Comisión de Presupuesto y Hacienda
del Senado. |
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En el año 2002 se sancionó
la ley 25.561, que era de
emergencia económica y, con
posterioridad -cuando
Capitanich estaba en el
gabinete como Jefe de
Ministros- mediante el
decreto 486 del mismo año,
se estableció la emergencia
sanitaria. “Esta fue muy
importante para cumplir con
varios objetivos: la
articulación de un sistema
de fondos de redistribución,
con el objeto de garantizar
un sistema redistributivo
para obras sociales en
virtud de que había 11
millones de beneficiarios
potenciales del sistema de
obras sociales que requerían
un proceso de atención
especial”, reconoció el
senador justicialista.
En 2002, Pami tenía una
crisis de carácter terminal
con deudas equivalentes a
casi siete meses de
prestaciones, tanto en 2001
como los primeros meses de
2002, más la acumulación de
la deuda verificada,
consolidada y no
instrumentada, que es la del
decreto número 925 del año
1996. “Esta acumulación de
acreencias por parte de
prestadores de servicios
médicos y complementarios
generó, por un lado, que
tenían cuentas a cobrar y
por el otro devengamiento de
obligaciones
provisionales e impositivas que no
podían cumplir, y por eso el decreto
486 significó la posibilidad de
parar cualquier tipo de ejecución de
carácter fiscal y reprogramar los
modelos de procesos de cancelación
de deudas provisionales e
impositivas a la espera de una ley
de carácter estructural”, recordó
Capitanich.
La ley de emergencia económica fue
la número 25.561, el decreto 482 del
año 2002. Con posterioridad hubo
varias leyes de prórrogas sucesivas
y modificatorias que luego
incluyeron el 486 en el articulado.
Por ejemplo, la ley 25.561 fue
modificada por la 25.790, luego la
25.820, la 25.972 y la última ley de
emergencia económica fue la 26.077,
donde se incluyó expresamente el
decreto 486. “Y en el ámbito del
Senado, aprobamos una nueva prórroga
por un año más de la ley de
emergencia económica y también la
emergencia sanitaria”, informó el
senador.
“Esto implica la necesidad de tener
cobertura para la problemática
vinculada a deudas provisionales e
impositivas, ya que ahí había un
problema: los servicios de atención
médica psiquiátrica no estaban
incorporadas a la emergencia -en la
interpretación que hacía la AFIP– y
también los servicios de emergencias
médicas eran complementarios”,
puntualizó Capitanich |
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